14.8.10

Se apagaban las luces y en la calle sólo quedaba la luna, majestuosa, iluminando la nada, a ese hora nadie  paseaba por esa zona.


Al igual que la dama de la noche, ella apagaba la lámpara de su habitación y se quedaba sola… pero no tenía luz.






Realmente no estaba sola, a su lado siempre estaba ese joven detallista que luchó por conquistarla y que
incluso creyó conseguirlo; pero se sentía sola.


A su lado tenía frío, tenía que esforzarse para mantener su sonrisa, el brillo de sus ojos se apagaba poco a poco, la piel no se estremecía y el corazón no se aceleraba.


A su lado la lluvia era sólo lluvia.






A ella no le interesaba éste sino aquél.


El que se paseaba impunemente a pesar de haberle robado el corazón y la razón.






32 noches pensando sólo en él…














Nadie dijo que aquello fuera fácil pero tampoco se imaginaba que sería tan difícil…

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